Jefe: mande, pero mande bien… y por ahora, no sea líder

El líder es una figura que ha existido a lo largo de la historia de la humanidad. Es necesaria. No obstante ahora hay tanta teoría, una buena y otra muy barata y que confunden a la hora de aplicar los conceptos.

Uno de los espacios en los que más se está hablando de líder es el de la empresa. Una organización que se compone de un propósito, una estructura operacional y de personas que cumplen un papel en esa estructura para lograr el propósito. Y esa estructura funcional y operacional cuenta con un coordinador y unos ejecutores. Lo que se puede repetir tantas veces como niveles tenga la empresa. Cada nivel es como un barco que tiene un capitán y unos marineros. Un capitán que da unas instrucciones y los marineros que no las cumplan, puede saltar por la borda. Claro, esto no suena a lo ideal, pero nos aterriza en el sentido de que es lo mínimo necesario para que se logren los objetivos. Y, por supuesto, no es así de simple. Se requiere que el capitán sea competente, tenga sentido de lo humano, que entregue resultados y que además sea “líder”.

Es aquí cuando encontramos un primer problema. El concepto de líder obviamente está asociado con el acto de liderar y con la idea de liderazgo. No obstante, las tres cosas no son lo mismo y tienen un orden específico. Primero es el liderazgo, después el líder y finalmente, liderar. ¿Le pone a pensar? Vamos en orden.

El liderazgo. Del conocimiento popular extrajimos esta idea: “Liderazgo es el arte de motivar, comandar y conducir a personas. La palabra liderazgo define a una influencia que se ejerce sobre las personas y que permite incentivarlas para que trabajen en forma entusiasta por un objetivo”. Es aquí donde empezamos a tener algunos desencuentros. La formación del liderazgo no está manos del líder, está en la cabeza de las personas. Es la conjunción de unas estructuras de creencias que llevan a un individuo o colectivo a depositar su confianza, su fe e incluso sus esperanzas en un tercero. Esto implica que por definición, sólo existe el líder cuando tiene seguidores convencidos y ese convencimiento es el que permite el liderazgo. Claro que se puede generar una situación de esas como del “huevo y la gallina”, pero es bizantino. Sin que haya la gente primero no hay líder. También se puede entrever que según esto, el liderazgo es una concesión que las personas le hacen a un individuo. Es un poder que se le entrega y que también, fácilmente se le puede quitar.

El líder. Volvamos sobre un punto. Dijimos: “sólo existe el líder cuando tiene seguidores” y pensemos si esto aplica a lo empresarial. ¿Si el capitán: gerente, director, jefe, coordinador o supervisor, no ostentara la naturaleza de la jerarquía y el poder que conlleva, el colectivo le seguiría? Si la respuesta es sí, esa persona es líder. No es lo que regularmente sucede. ¿Implicaría que la empresa no funciona porque su capitán no es un líder? La respuesta es no. La naturaleza empresarial como organismo vivo depende es de que se cumplan las directrices de la manera correcta y no puede desvanecerse en la complejidad de lo humano. Basta con que las jerarquías se respeten y las instrucciones se cumplan. Me imagino que estará pensando en que no somos máquinas y que a las empresas las hacen las personas. Permítame decirle que en realidad es un proceso de negociación mediante el cual como colaborador realizo un contrato social que me implica cumplir las instrucciones que se me dan.

Volvamos sobre otro punto: “Es la conjunción de unas estructuras de creencias que llevan a un individuo o colectivo a depositar su confianza, su fe e incluso sus esperanzas en un tercero”. Las razones por las cuales una o varias personas siguen a otra son cambiantes y situacionales y es complejo depositarlas en una sola persona. Esto implica que según las circunstancias, en un mismo escenario pueden existir y coexistir varios líderes a la vez. Arbitrariamente nombraré algunos que a mí me gustan, pero no significa que sean los únicos que se encuentran.

Líder operacional o ejecutor. Es esa persona a la cual miramos cuando es necesario realizar una actividad que logre un objetivo. Es el que tiene la fuerza para darnos tareas e instrucciones rápidas y certeras. Juntándonos con él tenemos la confianza de que las cosas se van a hacer con el tiempo y la calidad requerida.

Líder de organización y conocimiento. Es esa persona a la cual acudimos cuando tenemos dudas sobre cómo funcionan las cosas, creemos en él y en lo que nos dice porque siempre parece tener la respuesta correcta y eso nos brinda una sensación de confianza para desenvolvernos en ese espacio específico.

Líder de empatía y emocional. Es aquella persona a la cual acudimos en busca de consejo sobre las vicisitudes de nuestra condición humana. Nos escucha nuestras tristezas y alegrías y con unas palabras de aliento nos hace sentir bien. Es un sujeto que con su manera de ser, mantiene el equilibrio emocional en las organizaciones. Creemos en él y estamos prestos a seguir sus recomendaciones.

Líder carismático. Le seguimos como las polillas al fuego, porque simplemente es una persona que “brilla” con su imagen y su palabra. Le vemos como referente y le seguimos por admiración y, a veces, por el deseo de imitación.

Líder divertidor. Esta palabra no está en ningún idioma y todavía así es tan necesaria como la que más. Este es el tipo de sujeto que seguimos para reírnos, para desestresarnos. Es el que rompe nuestras rutinas con un chiste, arma la fiesta y nos libera. Por eso le seguimos.

Líder de protección. Es esa persona a la cual miramos cuando hay crisis y las cosas van mal, no sólo para que las resuelva, si puede, sino, para hacernos sentir que es posible salir adelante. Este es un tipo de líder inspirador que se muestra capaz de hacerle frente a cualquier dificultad.

Líder espiritual o de trascendencia. Es ese sujeto al cual seguimos porque nos inspira paz y conexión con el universo y su palabra es muy parecida a la verdad revelada.

No obstante, en estas personas hay algunas características. La primera es que no son conscientes de su capacidad de influir en los demás, es decir, no son conscientes de su propio liderazgo. Un mismo sujeto puede contener dos o tres tipos de liderazgo y sería muy excepcional que alguien los tuviera todos. Cambian de positivo a negativo como si tuvieran un suiche. Es decir, pueden ser gestores de cambio o productores de crisis. Igualmente, pueden pasar de líderes visibles a no visibles, según sus condiciones personales. Lo que sí es que todos logran transformaciones en los demás.

Liderar. Literalmente significa ir adelante y guiar a los demás. Entonces me surge una pregunta. ¿En una empresa, el hecho de ir adelante y guiar a los demás, automáticamente te convierte en líder? La respuesta es no, porque esta misma acción tiene otro nombre y es comandar. Como dijimos, el liderazgo y el líder, dependen de tener seguidores convencidos y es algo que en nuestra vida cotidiana se da fácil y constantemente, no así en el mundo empresarial en el cual lo más natural es que esa persona líder no sea necesariamente quien ostenta un cargo de dirección, y otra vez, esto tampoco es necesario.

Sea buen jefe y mande bien

A esto no le vamos a dar muchas vueltas porque hay mucha literatura al respecto. ¿Qué significa mandar bien? Es a lo que llamo el decálogo del buen jefe:

  1. Saber ser honesto y transparente
  2. Saber ser claro y directo
  3. Saber comunicar y escuchar
  4. Saber entender la emocionalidad humana
  5. Saber identificar, coordinar y utilizar los liderazgos que haya en su gente
  6. Saber identificar y desarrollar el potencial de su gente
  7. Saber de su área de ejercicio
  8. Saber ejercer la autoridad del cargo
  9. Saber exigir resultados
  10. Saber defender a su gente

Cumpla estas características y logrará el respeto necesario para obtener el éxito en su gestión.

Wilson Garzón Morales

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