Commercial Big Daddy

Me preguntaron en una reunión con comerciantes, cómo el Big Data afectará nuestra manera de prestar el acto de servicio. Para ellos, las aplicaciones prácticas aún son muy nebulosas, aunque todos los días escuchan hablar del tema, cuentan con tecnología y software para captura de información, pero no saben qué hacer con ellos: software e información, más allá del uso financiero y de inventarios.

Miren, le dije, no es que esto sea fruto de mi imaginación. Estoy convencido de que en algún lugar del mundo existe o que alguien ya está trabajando en él, porque simplemente es muy obvio. Lo llamo el “Commercial Big Daddy”.

Para que lo visualice mejor, funciona parcialmente como un Facebook, en el sentido de que se basa en el reconocimiento facial, en combinación con un lector de documentos de identidad o de tarjetas de cliente, la cual debe incluir un chip. Esto por aquello de los gemelos o de la gente que se parece. Las cámaras de cada local comercial deben detectar el rostro del cliente y deben identificarlo y el software, que está en la nube, cargará la información conocida y pública de ese cliente en los dispositivos del dependiente que le vaya a atender.

¿De dónde sale esta información? De los diferentes software de CMR de cada empresario participante: ¿Qué compra ese cliente? ¿Con qué regularidad? ¿Cuáles son sus gustos? ¿Cuáles son sus tallas? ¿Qué le molesta y de qué se ha quejado? ¿Cómo le gusta que le atiendan? Además de todo lo demográfico. Por supuesto, el software del Commercial Big Daddy no carga toda la información, sólo la que es relevante para el momento y el tipo de local. El objetivo de esto es conocer tan profundamente a este cliente que se le pueda dejar totalmente complacido. Como uno de los comerciantes sugirió, también está asociada la información financiera de ese cliente e incluso, puede llegar a vetar a una persona que haya tenido mal comportamiento en cualquier sentido. También sirve para identificar personas que infringen la ley.

El Commercial Big Daddy, es más que un simple software. Es una inteligencia artificial que lee y registra miles de rostros y miles de datos, al mismo tiempo y en miles de lugares a la vez. Y cada que un cliente compra, carga la información en tiempo real, utilizando los dispositivos de registro que el local ya posee. De esta manera, si un cliente compra algo en esta tienda y luego va a otra, cuando llegue a esa otra, ya debería estar cargada la información de la primera.

Ahora, el Commercial Big Daddy, no es público y no es gratis. El sólo desarrollo de un ente así, puede estar rondando los diez millones de dólares y creo que me quedo muy corto. Es por eso, que las empresas y los gremios de comerciantes debe pagar una fuerte suma de dinero cada año para servirse de él y esta suma dependerá del tamaño de esa empresa y del uso que le dé, por ejemplo, una multinacional del retail deberá pagar mucho más que una pequeña cadena de ropa. Aunque no dudo que llegará el momento en que sea tanto el uso que se haga de él, que sea tan económico, que hasta un pequeño restaurante pueda servirse de él. Y no es público, porque su uso está restringido y permitido sólo a los comerciantes que pagan por estar y la información está protegida. Ésta es la base. A partir de allí, las aplicaciones que hay son muchas. Se puede usar para el sistema de salud, para el sistema financiero. Se puede usar para realizar campañas publicitarias, individuales in situ, esto es que una vez el software identifica a la persona y conociendo sus gustos, deseos y necesidades, le puede ofertar lo adecuado, justo en el aparador del local. Entre otras tantas posibilidades. Se deberá usar para mejorar la experiencia de los clientes y nunca se deberá hacer mal uso de la herramienta. Bien cuidada y mantenida, cambiará radicalmente el mundo comercial y hará a las personas más felices.

Wilson Garzón Morales

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