¿Agresivo? ¿Qué pasa con la gente?

Durante los últimos años, en el mundo, se ha notado un fuerte incremento en los niveles de agresividad en las personas. Sin motivos de aquellos que llamamos tradicionales, es decir, no pertenecen a grupos políticos ni religiosos, no pelean por la patria ni por ninguna causa social, simplemente se agreden por cualquier mínima circunstancia de la vida.

Puedo decir que en un principio me sentí muy mal al entender que un ladrón mata a su víctima por robarle un artículo de marca que los de mercadeo creamos.

Yo literalmente entré en crisis y no quise volver a trabajar con metodologías de mercadeo de profundidad y de posicionamiento ideológico comercial, esto es: educar al cliente sobre los productos y enseñarle a amar la marca, sin que se dé cuenta.

Quizá sea afortunado que la formación sobre mercadeo de profundidad y el psicomarketing no sea tan difundida y sea tan poco entendida.

No obstante, claro está, es tan sólo una de las causas de la violencia de las personas, hay otras mucho más agresivas:

1) Sensación de carencia

Nuestro instinto de supervivencia, en la situación actual, implica una fuerte competencia por los muy escasos recursos que disponemos para la vida. Lo básico: comida, vestido, vivienda, salud y educación, se han convertido en artículos de lujo, sólo asequibles para un segmento de la población. Un grupo humano al cual denomino «integrantes de la burbuja». Ellos no saben lo que es sufrir por su condición social ni lo que es pasar el día y la noche con hambre.

Es de anotar que aquí es donde entramos los de mercadeo.

La sensación de carencia se incrementa por acción del comercio, el cual crea productos y servicios, objetos del deseo y anhelos de consumo, dirigidos a la burbuja.

El problema es que la comunicación abierta llega a todos, incluso a quienes no tienen la posibilidad de satisfacer el anhelo de consumo con el objeto del deseo y termina matando por él.

2) Sentirse usado, ultrajado y olvidado

Donald Trump lo ha hecho más evidente aún: el que manda manda, aunque mande mal. El problema es que no es sólo él. Es algo generalizado.

Durante muchos años, las normas y leyes de los gobiernos se han diseñado y promulgado para favorecer a unos pocos, dejando al resto de la población a la merced de la ilógica y de la injusticia. Leyes, normas y restricciones que violan y atropellan al individuo y que le hacen sentirse impotente frente a diversas situaciones que impiden el normal desarrollo de su vida.

A todas estas, un estudiante me soltó una frase que es un ejemplo de lo que la gente del pueblo piensa: «los impuestos deben ser tan altos para que alcance para pagar los altos salarios y alcance para robarse más de la mitad y con lo poco que queda, construir obras de mala calidad y darse imagen con programas sociales para los cuales nunca hay recursos.

Esto en concordancia con lo que Trump podría decir: los pobres son una plaga.

3) Falta de sentido de lo correcto

El ser humano aprende por imitación. No obstante debemos revisar a quién tenemos para imitar y que se convierta en un modelo de calidad de vida.

Tenemos a empresarios muy exitosos, explotadores y tramposos. Políticos mentirosos y corruptos. Pastores lavacabezas que le roban a su feligresía. Líderes de iglesias misóginas, abusadoras, pedófilas y opulentas o un Estado que te violenta y te mata de muchas formas, pero sobre todo, legalmente, o sino, analice las políticas de empleo, salud y pensión.

¿Qué otras alternativas hay? Artistas drogadictos o deportistas gladiadores que se venden al mejor postor.

Todos ellos, empresarios, políticos, pastores, artistas y deportistas son nuestros modelos porque logran niveles de comodidad y bienestar que nos hacen pensar que ese es el camino.

Menciono a todos estos porque son masa y tienen visibilidad y porque los verdaderos y buenos modelos no sólo son escasos, sino que representan un camino de sacrificio que nadie quiere seguir.

En este escenario, en el cual estos modelos, líderes visibles, son el ejemplo de la descomposición, ¿quién determina lo que es correcto o no?

Debido a que la posición social de lo correcto de estos líderes es tan dudosa, por imitación, la ética de los individuos también lo es, con las visibles consecuencias. ¿Qué cosa se le puede pedir a un mundo donde las mascotas son más importantes que los viejos y los niños y donde quienes determinan un modelo de pensamiento son Paris Hilton y las Kardashian?

Wilson Garzón Morales

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