En medio ambiente: Empresario Probleclimático

Para nadie es un secreto que el medio ambiente en el mundo está afectado. La reducción de las áreas naturales es evidente cada día que pasa, y todavía así, existen posiciones que exigen evidencias de que esa afectación sea de origen antrópico. No está demostrado con evidencias más allá de toda duda que la gestión del hombre sea la causante del cambio climático. No obstante, lo que sí es evidente es el deterioro ambiental.

Desde nuestra perspectiva, la discusión resulta fútil en el sentido de sí el calentamiento global y los gases invernadero que lo causan proviene sólo de la acción del hombre. Lo que es verdaderamente relevante es que cada vez más rápidamente el planeta se consume y las acciones para prevenirlo no son contundentes poniendo en entredicho la existencia del ser humano en el corto plazo. Es necesario tomar acciones.

De la web del Banco Mundial: https://www.bancomundial.org/es/topic/environment/overview tomamos el siguiente texto:

…“La gestión sostenible del medio ambiente y los recursos naturales es crucial para el crecimiento económico y el bienestar humano. Cuando se administran bien, los recursos naturales renovables, las cuencas hidrográficas y los paisajes terrestres y marinos productivos pueden ser la base del crecimiento sostenido e inclusivo, la seguridad alimentaria y la reducción de la pobreza. Los recursos naturales proporcionan medios de subsistencia a cientos de millones de personas y generan cuantiosos ingresos tributarios. Los ecosistemas del mundo regulan el aire, el agua y el suelo de los que todos dependemos y constituyen un mecanismo de defensa único y eficaz en función de los costos contra los fenómenos meteorológicos extremos y el cambio climático.

Los ecosistemas saludables son esenciales para el crecimiento a largo plazo de sectores económicos como la agricultura, la silvicultura, la pesca y el turismo, y son fuente de cientos de millones de puestos de trabajo. Una tercera parte de las 100 ciudades más grandes del mundo obtiene su suministro de agua de áreas protegidas. Tres cuartas partes de los 115 principales cultivos alimentarios del mundo se basan en la polinización animal. En los países en desarrollo, bosques, lagos, ríos y océanos aportan una proporción considerable de los alimentos, combustibles e ingresos de los hogares, y constituyen una red de protección social valiosísima en épocas de crisis, particularmente para los pobres que viven en zonas rurales.

Ahora bien, la integridad y la funcionalidad de estos activos naturales esenciales se ven cada vez más comprometidas, ya que entre el 60 % y el 70% de los ecosistemas del mundo (http://www.millenniumassessment.org/en/Global.html) se están degradando más rápido de lo que pueden recuperarse. La gestión inadecuada del medio ambiente y los recursos naturales da lugar a pérdidas económicas considerables; por ejemplo, un monto estimado de USD 80 000 millones (https://openknowledge.worldbank.org/bitstream/handle/10986/24056/210919Ov.pdf?sequence=2&isAllowed=y – PDF, en inglés) al año se desaprovecha (https://www.worldbank.org/en/topic/environment/brief/the-sunken-billions-revisited-progress-and-challenges-in-global-marine-fisheries) debido a la mala gestión de la pesca en los océanos. La contaminación atmosférica ahora es el cuarto factor de riesgo más importante de muertes prematuras, y contribuye a 1 de cada 10 muertes en todo el mundo y da lugar a grandes pérdidas de bienestar e ingresos. (https://openknowledge.worldbank.org/handle/10986/25013)”…

Cuando hace algunos años se decía que en el 2012 que el mundo se iba a acabar, no creímos y resulta que sí se acabó. El fenómeno de la resiliencia no es exclusivo del hombre y fue por esos días que cruzamos el umbral de resiliencia de la tierra. Ahora viene la pregunta. Según los informes, la capacidad del planeta de alimentar a la humanidad tiene sus días contados, veinte o treinta años a lo sumo, si seguimos como vamos. La agricultura y la ganadería, legal o no legal, generan alto impacto en los ecosistemas. Los cultivos ilegales, sumado a los impactos de las diferentes formas de combatirlos, están acelerando ese proceso de deterioro de la flora y la fauna circundante.

El informe del Grupo de Expertos sobre el Cambio Climático – IPCC – en su comunicado del 8 de agosto de 2019 nos acerca al tema:

…“El uso de la tierra para fines agrícolas, silvícolas y de otra índole supone el 23 % de las emisiones antropógenas de gases de efecto invernadero. Al mismo tiempo, los procesos naturales de la tierra absorben una cantidad de dióxido de carbono equivalente a prácticamente una tercera parte de las emisiones de dióxido de carbono causadas por la quema de combustibles fósiles y la industria», añadió.

Según Hans-Otto Pörtner, copresidente del Grupo de Trabajo II del IPCC, en el informe se evidencia que la gestión sostenible de los recursos de la tierra puede ayudar a luchar contra el cambio climático.

«La tierra que ya se está cultivando podría alimentar a la población en un contexto de cambio climático y ser una fuente de biomasa que proporcione energía renovable, pero se deben adoptar iniciativas tempranas de gran alcance que incidan simultáneamente en diversos ámbitos», explicó. «Ello también permitiría velar por la conservación y restauración de los ecosistemas y la biodiversidad».

La degradación de la tierra socava su productividad, limita los tipos de cultivos y merma la capacidad del suelo para absorber carbono. Ello exacerba el cambio climático y el cambio climático, a su vez, exacerba la degradación de la tierra de muchos modos distintos.

«Las decisiones por las que optemos en pro de una gestión sostenible de la tierra pueden ayudar a reducir y, en algunos casos, revertir esos efectos adversos», señaló Kiyoto Tanabe, copresidente del Grupo Especial del IPCC sobre los Inventarios Nacionales de Gases de Efecto Invernadero.

«En un futuro con precipitaciones más intensas, el riesgo de erosión del suelo de las tierras de cultivo aumenta, y la gestión sostenible de la tierra es un modo de proteger a las comunidades de los efectos nocivos de esa erosión del suelo y de los deslizamientos de tierra. Sin embargo, nuestro margen de maniobra es limitado, por lo que en algunos casos la degradación podría ser irreversible», explicó.

Aproximadamente 500 millones de personas viven en zonas afectadas por la desertificación. Las regiones que experimentan ese problema y las tierras áridas también son más vulnerables al cambio climático y los fenómenos de gravedad extrema, como sequías, olas de calor y tormentas de polvo, y el aumento de la población mundial no hace sino someter esas zonas a más presión.

«Los nuevos conocimientos evidencian un incremento de los riesgos de escasez de agua en las tierras áridas, daños por incendios, degradación del permafrost e inestabilidad del sistema alimentario, incluso en un escenario de calentamiento global de aproximadamente 1,5 °C», dijo Valérie Masson-Delmotte, copresidenta del Grupo de Trabajo I del IPCC.

«Se considera que el riesgo relacionado con la degradación del permafrost y la inestabilidad del sistema alimentario alcanzará un nivel muy elevado en el caso de un calentamiento de 2 °C», señaló.

La adopción de iniciativas coordinadas para hacer frente al cambio climático puede suponer la mejora simultánea de la tierra, la seguridad alimentaria y la nutrición, además de ayudar a acabar con el hambre. En el informe se destaca que el cambio climático afecta a los cuatros pilares de la seguridad alimentaria: disponibilidad (rendimiento y producción), acceso (precios y capacidad para obtener alimentos), utilización (nutrición y preparación de alimentos) y estabilidad (alteraciones de la disponibilidad).

«Problemas que se derivarán del cambio climático en el futuro, como la reducción del rendimiento —en particular en los trópicos—, el aumento de precios, la pérdida de calidad de los nutrientes y las alteraciones en la cadena de suministro, afectarán cada vez más a la seguridad alimentaria», manifestó Priyadarshi Shukla, copresidente del Grupo de Trabajo III del IPCC.

«Veremos distintos efectos en función del país, pero las consecuencias serán más drásticas en los países de ingresos bajos de África, Asia, América Latina y el Caribe», explicó.

En el informe se constata que aproximadamente una tercera parte de los alimentos producidos se echa a perder o se desperdicia. Las causas que llevan a esa pérdida o desperdicio presentan diferencias sustanciales entre países desarrollados y en desarrollo, así como también entre regiones. La reducción de la pérdida y desperdicio de alimentos supondría una disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero y ayudaría a mejorar la seguridad alimentaria…

Cabe entonces preguntar, más allá del discurso, qué están haciendo no sólo los países, sino los empresarios pues, en ocasiones, para muchos, pareciera que el tema no es con ellos. El ciudadano de la calle sabe del problema, pero no realiza, en su mayoría, el aporte unitario que sumado por toda la humanidad generaría un cambio radical. Falta un mayor liderazgo, una mayor intervención y una mayor culturización y cambio de hábitos hacia un mundo sostenible.

Y tenga en cuenta que no estamos hablando de Colombia, como sí lo hizo Brigitte Baptiste, nueva rectora de la Universidad EAN en una declaración a la revista Semana  (https://sostenibilidad.semana.com/medio-ambiente/articulo/en-colombia-la-investigacion-en-temas-ambientales-es-debil-brigitte-baptiste/45156) – 2019/07/27:

…S.S: ¿Cómo está el país en temas de investigación ambiental?

B.B: ¡Bastante mal! Yo diría que en general la investigación es débil y la investigación en temas ambientales es aún más débil, porque no existe una estrategia de investigación ambiental robusta dentro del sistema de nacional de ciencia y tecnología. Hay un programa que tiene algunas prioridades que van cambiando de acuerdo con las capacidades y la demanda que tiene el país, pero hay muy pocos recursos. Sin embargo, hay algo de investigación, pero asociada a los trabajos con las ONG que contribuyen a tratar de entender cómo está el estado de la fauna silvestre, cómo podemos recuperar especies amenazadas. Ha sido fundamental el trabajo de siglos de grandes socios de la conservación en Colombia.

S.S: ¿Quiere decir que no hay programas que estudien específicamente temas ambientales?

B.B.: No tenemos programas de fondo para hacerle seguimiento a las transformaciones ecológicas y por eso hay tantos debates sobre si construir una represa, un puerto o una ciudad es bueno o malo. No tenemos buenas líneas de base, no tenemos hipótesis bien estructuradas acerca de las ventajas y desventajas que implican todas esas intervenciones que es lo que debería hacer un programa de investigaciones ambientales.

S.S: ¿Qué necesita Colombia para tener más recursos o innovar en lo ecológico?

B.B: No creo que el problema sea solamente de falta de recursos. Es tener una perspectiva de prioridades acordada como política de Estado. Es decir, hay unas preguntas que al Estado le interesa resolver en un plazo de cinco, diez años que orienten la planeación del país y luego hay unas preguntas que desarrollan otros factores que son las comunidades locales, la sociedad civil o la misma academia y las empresas. Hay que tener una agenda concertada entre todos que es lo que tratamos de hacer los institutos de investigación…

Si bien en Colombia existen Instituciones, Corporaciones y ONG´s que trabajan en pro de la protección ambiental, no ha sido suficiente en términos de cobertura para generar un verdadero impacto educativo que produzca un ciudadanos ambientalmente responsable y sostenible. Lo mismo se puede decir del empresariado.

No porque falte la academia, es porque la cultura es altamente depredadora y no ha permitido el desarrollo de una verdadera conciencia ambiental.

En este sentido, se destaca el trabajo de las Corporaciones Autónomas Regionales, algunas de mayor alcance como Cornare en Antioquia, o la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca y otras de mucho esfuerzo, aunque menor alcance, como Codechocó que a pesar de contar con más territorio que cubrir, mayores zonas en riesgo ambiental, maneja menos presupuesto. En un momento cuando en el mundo se habla de “Industrias 4.0 y cuarta revolución industrial” , de “industrias creativas”, en nuestro país se habla de “Economía Naranja”; en un momento cuando está en auge el tema de la innovación y del emprendimiento, ¿cuál será el papel y el aporte de los empresarios para recuperar y salvaguardar el planeta?

Wilson Garzón Morales

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